El
origen del saber antiguo es la clave de muchos de los misterios de la humanidad.
Existen conocimientos antiguos de todas las variedades posibles y se observan
en monumentos, expresiones literarias, obras artísticas, técnicas de curación, en
relatos cosmológicos (como los encontrados en el Génesis bíblico, en el Enuma
Elish o en El paraíso perdido de
Milton), etc. que, de alguna forma, necesitaron de un desarrollo tecnológico muy
importante para poder obtenerlos y lo más transcendente es que dicho desarrollo
no se ha observado por el momento. Estos conocimientos y hechos que
desconocemos cómo fueron obtenidos tienen además la dificultad de que han sido
transmitidos en forma fantástica, hermética, tergiversada y, en algunos casos, con
un supuesto origen espontáneo en diferentes regiones al mismo tiempo y sin una conexión
aparente. Crear una teoría que pueda unificar estos conocimientos y que satisfaga
al científico oficial y al no oficial no es una tarea fácil, dada la cantidad
de información que debe manejarse. Creemos que es muy importante identificar el
tipo de información y de quién proviene, es decir, a quién beneficia en forma
particular. Por ejemplo, la idea de los dioses favorece a los religiosos, a la
realeza y a otros poderes relacionados con ellos. Por su parte, y en apariencia,
los científicos del siglo XIX y anteriores a él parecen oponerse completamente a
los religiosos, pero provienen de familias acomodadas relacionadas con la
realeza o la masonería, Newton, por ejemplo, pertenecía a la orden secreta Rosacruz.
Hoy en día la investigación aplicada (de patentes) está financiada casi
completamente por las empresas privadas, que se nutren de la investigación científica
básica de las universidades y de los centros de investigación públicos, por lo
que la investigación aplicada no es libre, ella está controlada por los
intereses de las empresas. Sabemos también que existen muchas presiones sobre
los investigadores y, en consecuencia, hay muchos conocimientos que no son
públicos, en algunos casos simplemente porque no encajan con las teorías
oficiales. Un buen ejemplo, es el del epigrafista Giovanni Pettinato, quien
había identificado el nombre de Abraham y el de otros personajes bíblicos por
primera vez por fuera de la Biblia en
los textos de Ebla del 2300 a. C. Éstos y otros descubrimientos fueron relatados
en la revista del National Geographic de diciembre de 1978 [1]. Después, no se
habló más de este extraordinario descubrimiento que retrotraía el nacimiento de
Abraham en quinientos años. Además, la historia del patriarca de los armenios,
el guerrero indoeuropeo Hayk, descendiente de Noé por su hijo Jafet, que en el año
2492 a. C. mató al bíblico Nimrod, también
descendiente de Noé por su hijo Cam, se encuentra en consonancia con el descubrimiento
del epigrafista [2 cap. 10]. Ante semejante complejidad e intereses mezquinos
es muy difícil distinguir la verdad o darle crédito a uno u otro, la confusión
parece ser la dueña de nuestros pensamientos. Hecha nuestra salvedad, podemos
sostener que en la actualidad existen dos corrientes de pensamientos o teorías
sobre el origen del conocimiento antiguo. Una de ellas es el supuesto de que
han existido civilizaciones de humanos que han alcanzado un nivel de desarrollo
muy alto y que, por alguna razón, volvieron a niveles primitivos. La ecología
del comportamiento nos brinda ideas que nos indican que si las condiciones del
medio son absolutamente adecuadas los humanos podrían alcanzar niveles muy
altos de conocimientos y, por el contrario, si el medio cambia los humanos
retrocederían en sus saberes. A este tipo de modelo cognitivo evolutivo histórico
apoyado en la ecología lo podemos denominar como evolución humana discontinua
(EHD). Se han postulado como causales las guerras y grandes desastres naturales
como la caída de enormes meteoritos, explosiones estelares, maremotos y cambios
climáticos en general. Estos hechos, en algunos casos, se reconocen en la
actualidad a partir de una supuesta memoria colectiva que habría quedado muy
grabada en los humanos sobrevivientes del pasado.
Las
otras corrientes de pensamiento o teorías se relacionan principalmente con los
dioses. Estas corrientes suponen que una serie de antropomorfos de
civilizaciones avanzadas habrían llegado a la Tierra en distintas épocas y
desde diferentes lugares del Universo y habrían dejado sus avanzados saberes a
los humanos de esas épocas. Este tipo de modelo evolutivo lo definimos como la
evolución Humana saltatoria externa (EHSE). Algunos de estos dioses habrían
llegado de otros planetas del Sistema Solar, de Marte, de Venus y de un
supuesto planeta llamado Nibiru, proveniente de otra estrella muy cercana.
También se postuló que su origen sería de algunas estrellas de la constelación
de Orión y de otras también pertenecientes a nuestra galaxia.
En
nuestra opinión no rechazamos ni aceptamos completamente a una u otra corriente
de pensamiento, sino que debemos aceptar ambas posibilidades con algunas precauciones.
Aceptamos sí que la evolución cognitiva del hombre viene mucho más allá de los
cien mil años. La utilización de herramientas ya se observa en especies muy
cercanas a los hombres como los monos y en otras más lejanas, como las aves. El
caso de las aves del paraíso resulta un ejemplo maravilloso de diversidad de
comportamientos sociales y sexuales con una base ecológica en individuos con un
reducido tamaño cerebral. La construcción de leks y la seducción competitiva,
con exhibiciones refinadas, está relacionada con su tipo de alimentación [3].
Por su parte, la talla de herramientas líticas es muy antigua, alrededor de dos
millones seiscientos mil años, y la creación de instrumentos complejos, como
puntas líticas que debían fijarse en mangos de madera, de quinientos mil años
de antigüedad [4]. La utilización de camas con hojas, provenientes de un solo
tipo de árbol, que contienen sustancias insecticidas y repelentes de insectos (como
los mosquitos) de setenta y siete mil años de antigüedad en Sudáfrica [5] y el
complejo de Göbekli Tepe de once mil quinientos años de antigüedad en Turquía
[6] son importantes evidencias para sostener la teoría de la EHD. Por el
momento no hay evidencias de que las civilizaciones hayan tenido conocimientos
astronómicos finos anteriores a los siete mil años atrás que sí se han
observado hace menos de cinco mil años con los sumerios y egipcios. Sin
embargo, no se han encontrado los necesarios observatorios astronómicos de alta
tecnología para obtener la información que nos relatan. La creación de las
pirámides egipcias de Gizeh, en el 2600 a. C. según la historia oficial, es un
salto impresionante que no tiene respuestas en la EHD y es aquí donde la teoría
de la EHSE gana demasiado terreno. La descripción de la creación del Sistema
Solar con sus nueve planetas en el Enuma
Elish, para resaltar al dios Marduk creador del planeta Tierra; el relato
de la creación del cosmos en la Biblia,
para sostener a un dios todopoderoso creador del espacio y la materia y responsable
de su posterior evolución; y finalmente, la descripción del Gran Universo en El paraíso perdido de John Milton, para
resaltar a un segundo dios hecho hombre, solamente pudieron comprenderse a
partir de la singularidad espacio material y con el desarrollo de la ampliación
del modelo estándar de partículas elementales a partir de la teoría cuántica de
Planck en términos corpusculares [2]. Además la partícula elemental ampliada
que es el cuanto corpuscular de Planck, que corresponde a una energía de 4,135
667 662 x 10-15 eVs, presenta un diámetro que se asemeja en forma
muy cercana al número Phi (diámetro del cuanto de Planck = 0,016 182 356 15 [ym]
para un electrón de 10-19m [tabla 1] y el número Phi 1,618 033) que
se ha encontrado en la construcción de la pirámide de Keops junto al número Pi.
Por
otra parte, al no hallarse estructuras en el pasado que puedan reconocerse como
aceleradores de partículas o centrales atómicas y de múltiples aparatos que
permitan estudiar las radiaciones, no es posible explicar la coincidencia en
las propiedades de las tres partículas elementales ampliadas que se deducen del
relato bíblico: el fotón cuántico, el gravitón y la partícula simple de Higgs
[2 cap. 1] con las tres partículas del taoísmo: el yang, el yin y la partícula
conciliadora del tao [7] y con las tres partículas de la concepción tántrica:
rajas, sattva, y tamas [8 p. 99]; por lo cual no hay otra posibilidad que
aceptar la EHSE.
Resulta evidente que en los últimos seis mil
años han ocurrido en la Tierra y con participación de los humanos algunos
acontecimientos extraordinarios que de algún modo han permanecido ocultos a la
historia oficial o no se han reconocido como tales y sí como mitos. Nosotros
suponemos ahora que es posible definir una teoría con sus derivaciones que nos
pueda explicar todos estos acontecimientos extraordinarios. Esta teoría nos
indica que en el pasado, en el 3671 a.C., se inició un “experimento cognitivo”
llevado adelante por una civilización de origen desconocido y muy avanzada que
ingresó en el Sistema Solar y salió de él hacia una dirección prefijada
desconocida. Durante su estadía, de aproximadamente 1700 años, clonaron a un
ser humano del haplogrupo R1b del cromosoma Y, que en el relato bíblico, se lo
reconoce como Adán. A este individuo le inhibieron el desarrollo de la pubertad
con el propósito de instruirlo durante todo un inacabable período crítico para
la adquisición de destrezas superiores, algo que desaparece con el desarrollo
de la pubertad. Adán debía mantener su período crítico y para ello debía
ingerir diariamente sustancias que le inhibían el desarrollo de su pubertad,
las cuales se encontraban en el fruto de un determinado árbol que se cultivaba
en el jardín del Edén. Por otra parte, su
instrucción fue de aproximadamente ciento veinte años hasta que se produjo un
accidente en el Edén, por el cual desarrolló su pubertad y fue expulsado de él.
Más tarde, como sabemos, tuvo con Eva (su clon) descendencia, hijos e hijas, a
los cuales les transmitió sus conocimientos aprendidos en Edén. Por su parte,
sus hijos repitieron descendencia y también transmitieron sus conocimientos a
los suyos los cuales, a su vez, los llevaron a distintas partes de la Tierra
transformándose en los portadores de los conocimientos Divinos y Herméticos de
la antigüedad. Éste es entonces el origen y la posterior difusión del
conocimiento antiguo. Suponemos que los conocimientos heredados de Adán se
cristalizaron en el complejo de Gizeh: las tres pirámides y la Gran Esfinge son
un mensaje fundamental para las generaciones venideras y creemos que fue el propio
Adán (3761-2831 a. C.) el ideólogo de este complejo y de otras estructuras
realizadas por sus descendientes en diferentes partes de la Tierra. Para
nosotros no existe ninguna duda sobre el origen del conocimiento antiguo
superior. Este conocimiento se obtuvo tras “el experimento cognitivo fallido de
Adán”, al que nosotros denominamos “El experimento paraíso”, realizado por
antropomorfos de una civilización avanzada desconocida de fuera de nuestra
galaxia. Por otra parte, los extragalácticos, cuando se retiraron en el 2105 a.
C. con su nave de aproximadamente 3 km de diámetro, provocaron un diluvio local
sin víctimas que los escritores de la Biblia convirtieron, tergiversándolo, en
un diluvio universal. Por su parte, el arca de Noé fue ideada por los
antropomorfos no nativos con el propósito de dejar un mensaje para las
generaciones venideras de humanos, justamente, en el momento en que los
conocimientos aprendidos por Adán se iban perdiendo a través de las nuevas
generaciones y las guerras entre humanos por el poder eran cada vez más
frecuentes.
[1]
La Fay, H. Ebla splendor of an unknown empire. National Geographic, Vol. 154 N°
6, pp. 730-759, december 1978.
[2]
Urquiola, H. M. El experimento paraíso II: el fin de los misterios, 2016.
.
[3]
Beehler, B M. Las aves del paraíso. Investigación y Ciencia, N°161, pp. 62-69,
febrero de 1990.
[4]
Pringle, H. Los orígenes de la creatividad. Investigación y Ciencia, N° 440, pp.
18-25, mayo de 2013.
[5]
Wadley, L; Sievers, C.; Bamford, M.; et al. “Middle Stone age bedding
construcción and settlement patterns at Sibudu, South Africa”, Science, 334,
pp. 1388-1391, december 2011. DOI:10.1126/science.1213317
[6]
Göbekli Tepe. Consulta 11 de
octubre de 2016.
[7]
Taoísmo. . Consulta: 4 de Marzo
de 2016.
[8]
Roob, A. El museo hermético. Alquimia & Mistica. Taschen, 2005.